
De hecho el propio implicado estaba muy consciente de esto; hace muy poco, durante un homenaje a su persona, un notero le señaló que no se lo había valorado así durante su mandato, ante lo que el agasajado respondió de inmediato: “Viste, y esperá que me muera”.
Pero no todas las muertes tienen este poder de vindicación. Hay otras que la opinión pública (sinónimo de “clase media”) prefiere olvidar a toda costa, son los cadáveres que nos recuerda la derrota; muertes que inmortalizan nuestra responsabilidad con los absurdos del poder; que evocan las mentiras, las que hemos creído y las que nos han tenido por cómplices.
Escrito ante la muerte de Alfonsín
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