Ya sea por ser séptimo hijo varón bajo los efectos de la luna llena, ya sea por convertirse en presidente de los argentinos, o por ser hijo de algún chocolatero, muchos individuos, bajo determinadas condiciones, se vuelven mostruosos. Consideramos imprescindible alertar a la población sobre el peligro; no para combatirlos (alcanza mirar televisión por la tarde para notar que no somos capaces de ello) pero sí para poner un límite, mantenerlos a raya, reafirmando así que, por ahora, no somos uno más de ellos.
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